La industria empresarial está experimentando una transformación profunda, impulsada por nuevas regulaciones, tecnologías disruptivas y la creciente demanda de transparencia y eficiencia. Para mantenerse competitivas, las organizaciones deben definir dónde diferenciarse y dónde colaborar, incluso con actores tradicionales, mediante alianzas estratégicas.

El éxito ya no depende solo de optimizar procesos contables o financieros. Las empresas deben emprender una transformación integral, centrada en el cliente, adoptando tecnologías digitales y repensando su estructura interna, desde la alta dirección hasta las operaciones.